miércoles, 25 de enero de 2012

GRUPOS ÉTNICOS EN HIDALGO

HIDALGO
La riqueza de un país se valora por su economía y por la diversidad cultural que posee. En este sentido, Hidalgo se ubica entre los principales estados de la república en cuanto a proporción de población indígena. Debemos conocer esta riqueza cultural, aunque brevemente, por lo que mencionaremos algunos rasgos característicos de los grupos indígenas más importantes del Estado, pues son herederos de un pasado prehispánico pleno de conocimientos y sabiduría, pero, a la vez, vinculado a las transformaciones y cambios que impone la modernidad.

Nahuas.
La lengua indígena con mayor número de hablantes en Hidalgo es el náhuatl (65.2 por ciento) e inclusive constituyen el grupo indígena más extendido en la República Mexicana. Los nahuas son los herederos de una antiquísima tradición; se les ha identificado con los aztecas o mexicas, el grupo dominante en Mesoamérica a la llegada de los españoles.
En Hidalgo, se asientan principalmente en el área de la Huasteca y en el municipio de Acaxochitlán.

Otomíes.
Es el grupo que ocupa el segundo lugar en número de hablantes de lengua indígena (el 33.6 por ciento) y abarcan un territorio bastante extenso en el Estado, que comprende dos regiones principales: el Valle del Mezquital y la Sierra de Tenango. La palabra otomí procede del náhuatl y se traduce como “flechador de pájaros”, o bien “cazador”. En su propia lengua, los otomíes de la Sierra de Tenango se llaman a sí mismos n'yuhú, mientras que los otomíes del valle se denominan hñahñú, vocablos que significan “el que habla con la nariz”, por tener su lengua muchos sonidos nasales.
Su actividad económica más importante es la agricultura. El cultivo más relevante es el maíz, seguido del maguey, el chile, la calabaza y el frijol. El ciclo de crecimiento y desarrollo del maíz funciona como marcador temporal de fiestas religiosas y algunos rituales, como los carnavales y la bendición de las semillas, las peticiones de lluvia entre abril y mayo, las primicias en agosto y septiembre y, por último, las del periodo de cosecha y desgrane de mazorcas, entre octubre y diciembre. El maguey es otro cultivo sumamente importante debido a la utilidad para algunas actividades económicas de los otomíes. La elaboración y venta de artesanías, como los bordados y tejidos con hilo e ixtle en el Mezquital y los de chaquira en la Sierra de Tenango, les proporcionan ingresos, aunque éstos son mínimos. La palma sirve para elaborar sombreros, cestas, aventadores y diversos arreglos para las fiestas religiosas. La lana se emplea para cobijas y suéteres, entre otros; también fabrican cerámica y adornos con papel amate.
Desde hace más de mil años, la base de su alimentación es el maíz, el chile y el frijol, además de algunos frutos. En la actualidad, su alimentación se ha diversificado ya que la gastronomía se enriqueció con el consumo de animales como el borrego, el chivo, la vaca y el cerdo, que se cocinan especialmente en los festejos religiosos.
La indumentaria tradicional de los hombres consistía en un sombrero de palma, camisa y calzón de manta, faja de lana o algodón, huaraches de suela de hule y sarape de lana. Las mujeres usaban la camisa de manta, quexquémetl tejido o bordado y rebozo.  Toda esta indumentaria se ha sustituido, en el caso de las mujeres, por vestidos de telas sintéticas, sombrero, zapatos de hule o huaraches y algunas andan descalzas. El rebozo y el ayate son piezas muy prácticas, sobre todo para cubrirse del sol mientras pastorean sus animales y aprovechan para bordar sus blusas. Los hombres usan camisa, pantalón de algodón o fibras sintéticas, zapatos tenis, zapatos o botas de hule y sombrero de palma o de material sintético.
Sus viviendas por lo común están dispersas. En una casa suelen vivir los padres y los hijos solteros y casados. Las viviendas tradicionales eran de ramas o techo de teja, o bien de pencas de maguey. Lo común en la zona de Ixmiquilpan eran los muros de adobe y el techo de lámina. La mayoría de las viviendas nuevas están construidas de tabique o block y techo de concreto.
La religión otomí se funda en un principio dual: nuestro padre y nuestra madre (Zi dadá–Zi naná).
Para los otomíes del Mezquital todo tiene su mitad, su opuesto, pero siempre complementario.  Los otomíes tienen el mismo grupo de divinidades de origen prehispánico, pero se singularizan por la devoción a un santo cristiano que se venera en su comunidad, al que atribuyen a veces características de sus antiguos dioses. Conservan su organización social basada en el “sistema de cargos”, donde existen dos tipos de autoridades: las civiles, representadas por los jueces y delegados, y las religiosas, donde hay mayordomos quienes desempeñan tales cargos son elegidos cada año por los habitantes del pueblo, y su labor consiste en regular la convivencia social.  En algunos casos pueden sancionar un hecho indebido.

Tepehuas.
El grupo tepehua principalmente se asienta desde inicios del siglo XIX en el noreste de Hidalgo, en el municipio de Huehuetla, situado en plena Sierra de Tenango.

FUENTE: LIBRO, HIDALGO, CANTO AL SOL.

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